viernes, 20 de noviembre de 2009

Occidente (o el timo de la estampita)

Quizás me equivoque; eso como premisa inicial.
Occidente, o el mundo occidental, ese concepto tan arraigado, tan usado y que tanto enorgullece. Pero, ¿qué es Occidente?
Para entender un concepto nacional, y lo llamaré nacional por todas las implicaciones identitarias que manifiesta, hay que analizar su origen, su historia, en síntesis, su génesis.
Si hacemos caso al hombre renacentista, los orígenes están en las civilizaciones clásicas, es decir, Roma y Grecia. Para sintetizar, me referiré a Roma, puesto que además de heredar culturalmente muchas características de Grecia, fue realmente quien homogeneizo culturalmente el territorio europeo. Así pues, si hablamos de Roma como el origen inmediato de Occidente, tenemos que trazar unas lineas territoriales muy amplias, que van desde la Península ibérica (Hispania) hasta los territorios de la provincia romana de Capadocia (actual frontera oriental turca), y desde la frontera del Danubio hasta todo el margen mediterráneo del norte de África. En este caso la unión mental de los habitantes de este basto imperio era el ser todos contribuyentes de la burocracia romana; los extremos territoriales eran limes (limites) no fronteras, puesto que el hombre antiguo no había desarrollado aún la concepción de "Otro". El marco contextual se caracterizaba, pues, por romanos y bárbaros. De esta forma, no temo afirmar que si este es el origen de Occidente, no lo fue por diferenciación, sino por herencia.
Tras la caída del Imperio Romano, este Occidente primigenio, se convirtió en un mosaico de reinos, cuyo único punto de conexión, era el ser cristianos. Cristianos, de la tendencia que fuere, es decir arrianos o trinitarios; cristianos, claro esta, por herencia del Imperio.
Godos, Francos, Alamanos, Vándalos, Suevos, Alanos y una lista aún mayor de reinos poblaban entonces la geografía europea, y más hacia oriente, los bizantinos. ¿Dónde estaban los limites, entonces de Occidente? Dejo de existir. La unidad creada por el Imperio se deshizo en pedazos y cada reino heredero de su cultura, en mayor o en menor medida, comenzó a luchar con su vecino para expandir su territorio. El godo arriano de la península nada tenía que ver con el franco del norte de la actual Francia; y en la guerra en la que los últimos aplastaron a los primeros quedó bastante clara esa nula noción de hermandad. Por tanto, tampoco podemos situar el origen de Occidente en este momento de la historia.
Voy a permitirme una pequeña digresión del discurso en este punto. Antes he citado a los Godos y querría hacer una pequeña aclaración sobre este reino.
El reino Godo tiene su origen en las llanuras ucranianas, y posteriormente se dividió en dos entidades diferentes: visigodos y ostrogodos. Por su origen geográfico, los visigodos eran cristianos arrianos, y como tales se asentaron en la Península tras el acuerdo con Roma que le garantizaba el control del sur de la Galia como pago por expulsar a vándalos, suevos y alanos.
Pues bien, existe una creencia general, impulsada desde algunos medios de comunicación, de que la génesis de "España" se encuentra en este reino visigodo que en 711 fue aplastado por los musulmanes; esta falacia se basa en la incorrecta extrapolación del termino "Hispania". Hispania era un término geográfico creado por los romanos en el momento en que tomaron el control de la Península; en un principio dividieron la Península en dos: Hispania ulterior y Hispania citerior y tras las reformas administrativas de Diocleciano (Emperador de Roma en los siglos III-IV) esas provincias se convirtieron en cinco: Tarraconense, Bética, Lusitania, Gallaecia y Cartaginense, dentro del marco territorial conocido como Hispania. Intentar convertir un concepto administrativo en un valor nacional que justifica la existencia de una unidad nacional posterior es una autentica barbaridad.
Volviendo al tema central, vemos que en 711 hace acto de aparición un nuevo contendiente en el territorio europeo; un contendiente que estaba avanzando a velocidad de vértigo en su carrera imperialista: me refiero a los musulmanes. Y es este punto, en donde comienza el nacimiento de un concepto unitario de unos y otros, no en 711, pero si como desarrollo posterior de este hecho.
La posterior conquista, casi en su totalidad de la Península Ibérica, su asentamiento y su pujante fuerza militar, contrajeron el resto de Europa de tal forma, que la unidad religiosa se convirtió en la bandera de unidad de los reinos que poblaban la geografía. La cristiandad, pues, permitió al hombre europeo entender un "nosotros", los cristianos, y un "otros" los musulmanes, otros que son ajenos, invasores y por tanto peligrosos. De esta forma, la creación de este incipiente occidente, cristiano, además de servir como elemento que reafirmó la identidad de sus participantes, también se convirtió en un elemento segregador, en la que la dialéctica de de la guerra y de la superioridad ya hacen acto de aparición.
No quiero confundir al lector; el proceso mental que acabo de describir no fue inmediato a la llegada de los musulmanes, pero si se fue forjando a partir de su llegada. La Reconquista, donde surgió por primera vez aquella falacia Hispania/Asturias (en este caso), las cruzadas y la expansión europea fueron todas manifestaciones de este proceso, que podemos situar en el llamado "primer Renacimiento" del siglo XIII (citando a García de Cortázar)
Durante el auge del califato de Córdoba, sobre todo en los reinados de de 'Abdarrahman III y al-Hakam II (finales del siglo X y principios del XI) el valor cultural del Islam era de una relevancia enorme. Es por eso, a pesar de la unidad de los cristianos, que no existió una barrera cultural impermeable entre ambos mundos.
Así pues si seguimos utilizando la analogía de los limites, en este caso Occidente se veía replegado.
En 1453 el Imperio Otomano tomó Constantinopla y en 1492 Castilla y Aragón conquistaron Granada. De nuevo los limites volvían a mutar, como mutaron también en el siglo XX cuando el enemigo dejó de ser el mundo musulmán, y su lugar lo ocupo el hereje comunista.
De esta forma, sintética, podemos ver como Occidente nació de la mano de la diferencia entre ellos y nosotros, se desarrolló en la misma linea y aún continua sobre los mismos preceptos. Occidente, cristiano y moderno; Occidente, uno y superior; Occidente, creador y transmisor de las ideas; Occidente el de los limites mutables.
Evidentemente, la hegemonía cultural occidental es evidente. Sobretodo porque prácticamente un 75% del mundo habitado es, o la cuna del mismo o una prolongación posterior. Además, todo el desarrollo actual del mundo surge o pasa por Occidente y por tanto los valores universales se engendran, en una suerte de ejercicio de onanismo, por y para Occidente.
De la misma forma, que hace siglos el otro fue el musulmán, ahora, y a falta de enemigo comunista, vuelve a serlo, no ya por ser diferente, sino porque intenta desestabilizar el mundo. Además los musulmanes no se adaptan a nuestros valores verdaderos, porque conspiran contra los países occidentales en los que habitan sus inmigrantes. Curiosamente, estos fueron los mismos argumentos que se esgrimieron en 1609, cuando Felipe III expulsó a los moriscos, musulmanes convertidos al cristianismo tras la conquista de toda la Península Ibérica.
Así pues, caemos en la trampa otra vez. El monopolio que ostentan nuestros valores nos llevan a encumbrarlos a una posición de privilegio en la que los mismos, son mejores que cualquier otra manifestación social o cultural ajena. Posición que se sustenta no ya en la verdadera riqueza cultural sino que se basa en un baremo en el que la economía tiene mucho que decir. Cerrarnos en banda hacia otras culturas nos convierte, una vez más en aquel fanático analfabeto que poblaba España en el siglo XVII; creernos con el mejor bagaje cultural y social, solo sirve para crear barreras impermeables que no permiten mejorar.
El "monoteísmo cultural" es un fenómeno muy propio de la aldea, si tan globales somos, concepto creado también por Occidente, dejemos de abanderar la dialéctica de la superioridad y seamos capaces, de una vez por todas, de escapar del chovinismo occidental y trascender a una filosofía pluricultural real. No ya por ir de "progre" sino por ser capaces de entender al "otro" y con ello trascender de la territorialidad animal propia del nosotros y ellos, enemigos irreconciliables.
Porque si los valores de Occidente en el siglo XXI son los mismos valores segregacionistas del XVII, menudo ejemplo de evolución social y cultural estamos dando, siendo esa vanguardia avanzada del mundo.
¿O acaso las fronteras y la diferencia son una condición sine quanon para ser humano? Porque si lo fuera, como lo son tantas características biológicas transformadas por la sociedad, es hora de que empecemos a plantearnos superar este detalle tan desagradable que nos da excusas tan simples para matarnos.
Ni Nosotros ni Ellos. Todos.

1 comentario:

  1. Si es fácil manipular la verdad de ahora, imagínate si se puede manipular una verdad que ocurrió hace mucho tiempo. Somos la leche.

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