sábado, 7 de noviembre de 2009

Crucifícame

Hoy, como cualquier otro día, podemos ver una vez más la eterna lucha entre la "sociedad civil" y la "sociedad religiosa". Desde Estrasburgo dicen que hay que retirar los crucifijos de las escuelas puesto que atentan contra la libertad religiosa. Los curas se revolucionan y saltan al púlpito a decirnos que esto es un atentado; y cito a Monseñor Martinez Camino:

"Donde no hay crucifijo no hay distinción entre la Iglesia y el Estado. Si desaparece, perderemos los logros de la cultura europea: al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios"

Ante esa declaración yo me pregunto: ¿Qué parcelas de la vida púbica SON de Dios?
Partiendo de la premisa, y aquí no me voy a detener, puesto que me parece que sería dar lugar a la demagogia, de que actualmente no tenemos más herramienta para hablar de Dios que la mera creencia, cabe preguntarse en manos de que estamos dejando esas parcelas, que según Camino, le pertenecen a Dios. Dejo planteada esta cuestión.

Por otro lado, no debemos olvidar que esta lucha entre Iglesia y "Estado" no es nueva y que el continuo pulso entre poderes se remonta hacia el siglo XIV. El Papa Bonifacio VIII nos decía en 1302 lo siguiente:

"el que posee poderes espirituales juzga todas las cosas, pero él mismo no puede ser juzgado por hombre alguno"

Como vemos, esta declaración de intenciones en mitad de una época de ebullición naturalista es un claro ejemplo de las aspiraciones que la institución iglesia defendía y defiende. Bonifacio VIII, a modo de anécdota si cabe, fue derrotado por Felipe IV de Francia quien a partir de ese momento se hizo cargo de los impuestos del clero.

Si nos fijamos, podemos ver claramente como en siete siglos las aspiraciones de la iglesia no han cambiado y como el discurso se repite, más suavizado, pero en esencia intacto: "(...)a Dios lo que es de Dios" Y como en aquella ocasión, la lucha es por lo mismo, al parecer lo que es Dios es el control economico y social de la población. Y como Dios no viene a cobrar sus impuestos, ni a revisar el censo, nosotros, sus representantes en la tierra, nos encargamos de recogerlo y dispensarlo. Es evidente que para que esto cale en la población, la iglesia debe hacerse cargo de formar a sus fieles, o lo que es lo mismo controlar la educación, y de UNIVERSALIZAR sus símbolos, para que estos se vuelvan cotidianos, cercanos y en ultima instancia sean un vehículo de evangelización. El ejercicio propagandístico es digno de aplauso.

Pues bien, ahora en 2009, nos encontramos con que en el escenario cambiamos Felipe IV por tribunal de Estrasburgo y control de los impuestos por monopolio de los símbolos, y otra vez se repite la lucha histórica, otra vez la iglesia ve comprometido su imperio de control y patalea. Por ello el mismo Camino nos deleita con frases tan conmovedoras como:

"El crucifijo es un símbolo de respeto a la dignidad de la persona desde su nacimiento hasta su muerte natural"

O con frases que señalan el apocalipsis cercano por la perdida de moral europea, en el que se refiere en estos terminos al fallo del tribunal:

"lamentable y poco constructivo para el futuro de Europa"

Los mismos argumentos que enarbolan cada vez que algo no les gusta o les perjudica. "Habrá un solo rebaño y un solo pastor" este es el leit motiv con el que sustentan todas sus acciones, y este es el argumento "concluyente" que convierte a todo lo nacido fuera de su seno en herético, perjudicial o pernicioso.

Seamos claros. La religión occidental, como todas las demás del mundo, la creo el hombre como método para entender el mundo hace muchísimos años. Fue el hombre, pues, quien determinó en Qué o en Quién debía de creer, y por tanto fue el hombre quien encontró en esta explicación, a su vez, un método de control eficaz de las conciencias, y por tanto de las vidas. Controlar a una población analfabeta fue fácil, pero a medida que ésta fue adquiriendo derechos, derechos que por otra parte la institución religiosa rara vez apoyó, y fue accediendo a la cultura y con ella fue adquiriendo espíritu crítico, todo lo que antiguamente se dio simplemente por sentado comenzó a ser objeto de duda; como, en el fondo, sucedió con todas las cosas. Por descontado queda decir, que a medida que el tiempo fue pasando y el espíritu crítico fue evolucionando (si, evolucionando, soy esa clase de hereje que habla de evolución) la sociedad civil fue capaz de expulsar cada vez más de los ámbitos puramente humanos las mitologías religiosas. En 2009 damos un paso más, y Estrasburgo, como representante de la sociedad civil (que no por civil es perfecta) ha decidido eliminar el monopolio de los símbolos religiosos (cristianos en este caso) de las aulas, su principal centro de captación, y yo mee suscribo a esta victoria del racionalismo.

Iré al Infierno o ¿ya no existe?

P. D. curioso: Dejo un trozo de la bula papal Unam Sanctam escrita por el citado Bonifacio VIII en 1302 para que cada cual saque sus propias conclusiones sobre la vigencia de sus palabras en algunos sectores de la sociedad:

"(...) En consecuencia, declaramos, afirmamos, definimos y pronunciamos que es absolutamente necesario para obtener la salvación que toda criatura humana esté sujeta al Romano Pontífice."

*Palabras de Monseñor Martinez Camino extraídas de esta noticia:
*Extractos de Unam Sanctam extraídos del libro de José Ángel García de Cortázar y José Ángel Sesma Muñoz "Manual de Historia Medieval" de Alianza Editorial.

1 comentario:

  1. Monseñor Martínez Camino: donde no hay crucifijos, SÍ hay distinción entre Iglesia y Estado. No tergiverse usted la realidad, que precisamente a esa separación es donde queremos llegar.

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