jueves, 8 de octubre de 2009

Declaración de intenciones.

Para comenzar a darle empuje a un blog que espero poder cuidar tanto como me gustaría voy a inaugurarlo con una breve declaración de intenciones /crítica que escribí no hace mucho y que compartí con mis amigos vía facebook. Sobre ello quiero seguir avanzando, pero me parece una buena forma de darle vida germinal a esta nueva idea.
Es increíble como el sistema se devora a sí mismo continuamente, como roe sus bases y como la cúpula del mismo aún así consigue flotar y no caerse. Pero más increíble aún es que el deleznable señor Fukuyama haya tenido razón, a nivel práctico y global, con su profecía, y que elementos institucionales del calibre del Estado hayan caído en la una sumisión absoluta al modelo económico. ¿Es tan increíble realmente?

El Imperio Romano se hundió bajo el peso de su propia burocracia, al no saber adaptarse al nuevo modelo económico y arrastrado por los intereses personales de los representantes colectivos, que ante la perspectiva de mejora de su calidad de vida no dudaron en propiciar este colapso. El Estado moderno, salvando las diferencias de complejidad institucional, se ve abocado a una deriva política del mismo calibre. Ahora no es la tenencia de tierra lo que delimita las parcelas del poder factico, sino que este límite lo fija la acumulación desmedida de dinero. La simbología es la misma, lo que cambia es el elemento tangible.

El dinero, pues, ha construido en torno a sí, y en torno a sus tenentes una dialéctica eficaz, contundente y sorprendentemente creíble. Un modelo, que sus defensores han sabido convertir en verdad absoluta y que ha convencido a todos los estratos sociales, en su generalidad, de que es el correcto, el más funcional, en síntesis, que es la solución social más eficaz. Es más, me resulta absolutamente sorprendente que su dialéctica injusta haya sido capaz de hacerse fuerte en boca de cualquiera que la esgrima y que a vista de la sociedad, escaparse un poco de línea marcada sea visto casi como un acto de terrorismo intelectual.

Pan y circo señores, antiguo como la vida misma y siempre absolutamente eficaz. Así los paladines capitalistas han conseguido inculcarnos los valores que a ellos les convenían, así han conseguido alienar, y por tanto aletargar, a las bases del modelo mientras se la devora desde arriba y con ese paquete de necesidades que nos han inoculado, todos nos hemos dormido en la autocomplacencia que supone colmar los sagrados objetivos de la vida moderna. Nos vendieron el techo de la casa por el cielo, y todos nosotros lo hemos comprado. Si a eso le sumamos además que los modelos contrarios son caducos y notoriamente “feos” (entiéndase la ironía) en contrapunto del hermoso paraíso capitalista, nos vemos abocados al fenómeno social que estamos viviendo en estos últimos meses, que una crisis provocada por la elite económica se convierte en la crisis de todos, y no solo eso, sino que todos aceptamos pagarla gustosamente y sin protestar. Si sumamos la ineficacia manifiesta de la oposición y el carisma del modelo, el resultado no es demasiado sorprendente.

Fukuyama tenía razón, la ideología ha muerto, pero no porque ellos lo desearan, sino porque nosotros lo hemos propiciado, lo hemos permitido y en última instancia no hemos sido capaces de crear nada que haga frente al monstruo capitalista.

Ni siquiera una “crisis” económica ha sido capaz de despertarnos de la manifiesta Crisis de Valores en la que estamos sumidos.

Este pequeño análisis, inicial, breve y esquemático es la primera piedra de una visión global que me gustaría compartir. Abro la puerta a quienes quieran opinar, mutilar, criticar y/o comentar al respecto.

Saludos cordiales

Inmanuel XI

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