miércoles, 6 de octubre de 2010

La falacia y el aval.

Si existe un pensamiento recurrente en muchos círculos sociales en la España actual, es aquel manido discurso que el PP se está encargando de publicitar desde sus púlpitos mediáticos, es decir, la idea de que España era una suerte de vergel del Edén durante su mandato, mientras que ahora nos es más que un cochambroso montón de estiércol fruto de las acciones del PSOE.
La gente en un ejercicio de memoria selectiva y poco reflexiva y piensa que la coyuntura económica vivida en los 90 y a principios del milenio respondía a una sesuda política de optimización presupuestaria, a una obra de arte de la economía patria y a una suerte de maravillosa dirección ministerial de los recursos del país. Pues bien, detrás de esta concepción se esconde la principal baza electoral de una, cada vez más, mediocre derecha política en este país.
Hagamos un ejercicio intelectual y observemos las características que dieron a España un tufo de nuevo rico prepotente. Por una parte la imagen más clara de "los años dorados de Aznar" fue la desmedida expansión de las ciudades, la construcción de edificios a velocidades de vértigo, y con ello la especulación no solo de constructores, sino de compradores que se hipotecaban con objeto de invertir en propiedad; por alguna razón que desconozco la acumulación de propiedad otorga una sensación de seguridad al nuevo rico.
Esto significa, por tanto, que los recursos económicos generados por la propia coyuntura se reabsorbían a sí mismos en un interminable horizonte de bloques modernos en sitios imposibles. La situación real, es que una expansión de la construcción genera gran cantidad de empleo, no ya solo dentro del mercado laboral no cualificado, sino en todas la fases intermedias de un proceso constructivo; todos, haciendo un simple ejercicio de memoria podemos recordar la imagen más obvia de esta situación: la inmensa proliferación de inmobiliarias por todas las ciudades. Por otra parte, desde el aparato estatal se promovió la clásica teoría del liberalismo económico de la privatización de las empresas estatales. De esta forma se renunciaba al control directo de los recursos energéticos a cambio de una gran inyección de capital para las arcas estatales. Todo esto, claro está, dentro de una dinámica expansiva de la economía mundial.
Este modelo de crecimiento a corto plazo, podría haberse rematado, desde el Estado, con la inversión en tecnología o en la mejora de la históricamente precaria industria nacional (situación lógica cuando se llevan más de cien años inmerso en el tercer mundo y ahogado en la ignorancia) Pero no,esa perspectiva jamás fue tenida en cuenta (ni lo es)
Ahora, en 2010, vivimos en una coyuntura completamente opuesta; fruto de una crisis consustancial al sistema económico imperante, a la incapacidad de los gobiernos modelados en ese sistema de atajarla y a las propias carencias del país, fruto de la precariedad de sus pilares económicos. Si bien es cierto que el actual gobierno, fue y demuestra ser incapaz de reconducir la situación, no es cierto, bajo ninguna circunstancia, que el paro disparado, inflado con el falseamiento de las cifras debido a la expansión del trabajo "en b", pues un país con casi un 20% de parados no camina, sea única, y exclusivamente su responsabilidad. De esta coyuntura son culpables todas las formaciones políticas de este país, pues tanto el PP como el PSOE han, o impulsado, o aceptado tácitamente el impulso de este modelo económico.
Es por ello que ahora tenemos legiones de ciudadanos nostálgicos que añoran ese tiempo de vacas gordas que no fueron capaces de administrar, y ven en este momento, fruto de su propia avaricia, el Ragnarok (el apocalipsis de la mitología escandinava) del estilo de vida capitalista que se le inyectó durante años.
Las soluciones nunca van a llegar desde la derecha, pues traen consigo el modelo deshumanizado de la economía de mercado, pero claro, como viene con abolengo norteamericano, suena a panacea. Las soluciones parten desde la equidad y desde la inteligencia, porque yo aún me pregunto, cuando Aznar avala el "proyecto nacional" (siempre con la misma porquería nacionalista como aval de autoridad) de Rajoy, donde cree que va a absorber a toda la legión de empleados de la construcción que vieron en los abalorios dorados una fortuna a corto plazo; y si de verdad tienen soluciones, que las digan, y no las insinúen, si de verdad les importa tanto el destino de todos aquellos trabajadores a los que dicen representar.
Y lo peor de todo, es que esta gentuza nos va a gobernar dentro de dos años, porque ni el gobierno actual es capaz de estar a la altura, y por tanto avala la falacia que la derecha se encarga día a día de perpetrar. Y ganaran, una vez más, con la mentira del "Spain way of life", y serán, una vez más, incapaces de darle un rumbo digno a un país que presume de moderno pero que aún carga con la rémora de su triste historia.

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