jueves, 29 de julio de 2010

La tradición desmitificada.

Me gusta el progreso, y me gusta exponencialmente más cuando en su avance desmiembra alguna tradición absurda por el camino.
Esta semana Catalunya ha dado un paso adelante en su legislación y ha conseguido abolir una de las rémoras culturales más pesadas, que ancladas en una tradición, en unos intereses económicos elitistas y una más que discutible visión estética de la misma seguía perpetrándose en territorio español. Esta semana Catalunya ha conseguido que no se haga show del sufrimiento de ningún animal, ha conseguido que no se vuelva a permitir al puñado de bárbaros que ve arte en la sangre, continuar con su arcaica, anacrónica y abominable fiesta. Y ésto, que la derecha a convertido en buque insignia del antiespañolismo, no es más que un avance en materia de civismo. Las luchas políticas, el sistema de captación de atención en aras del poder político y la jugada identitaria, para mi, queda en segundo plano, cuando el gobierno autonómico de una región es lo suficientemente maduro como para sacar adelante este proyecto de ley.
A los que la fiesta os apasiona y os parece el non plus ultra de la valentía, el culmen estético de la lucha del hombre contra la bestia, solo os digo una cosa: Mi pulgar hacia abajo, luchad vosotros en el Coliseo.

12 comentarios:

  1. he vuelto... como los turrones buenos, los grupos drogadictos, o las petardas de television.

    Y es para hacer una reflexión, quizas un poco contradictoria. Antitaurino soy, pero creo que esta decision ha sido politicamente errónea. La derecha lo ha convertido en antiespañolismo, el nacionalismo (siempre rancio, y para mí casi siempre sin burgés) en una reivindicacion por la diferencia, y además no ha sido tan, digamos pleno como creemos. Se permiten otro tipo de fiestas taurinas como los toros embolados u otros que se tortura tambien al animal. Así pués, como siempre nos encontramos que el redito politico lo toman los nazionalismos (un juego muy punk de palabras) el españolista y el catalanista.

    Quizás habria sido mejor que el proceso hubieses sido hecho con mas cabeza.

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  2. La desmitificación de la fiesta como elemento monolítico e intocable ya me parece simbolismo suficiente como para aplaudir la decisión.
    Evidentemente podemos teñir toda decisión con los olores putrefactos de la política, pero creo que tenemos que escapar de dicha asociación por un instante.

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  3. No se puede separar esto de la política, me temo. Si los toros han sido prohibidos ha sido por la presión de los nacionalistas, y el margen no es que haya sido demasiado amplio.

    La cosa ha salido hacia delante, pero ninguno es sincero con su respectiva defensa. Los catalanistas dicen que es por los derechos de los animales, mientras que la mayoría ha votado en dirección a eliminar un símbolo "españolista" (recordemos que hay plazas de todos en gran parte de sudamérica e incluso en Francia, y hace poco más de un año se inauguró la primera plaza en EEUU).

    Los nacionalistas "españoles" por su parte dicen que ha sido un ataque a la "cultura", mientras que lo que defendían (como es habitual en ellos) son intereses económicos de sus amigos de las ganaderías y de las escuelas taurinas, un negocio muy unido a la rancia élite rural y a los señoritos.

    Cada loco con lo suyo, y la política en todo.

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  4. Me parece totalmente acertado lo que ha dicho lo que dice el coronel JR. Machuca. Un analisis muy acertado

    Pero por que además la decisión por la lucha politica entre nacionalismos (permitanme llamarlo la lucha de quien tiene los huevos mas gordos sobre la mesa) va a hacer dos cosas.
    1º que cualquier reivindicacion por el estilo se considere anti españa, y asociada al catalanismo, por lo tanto (queramos o no) deslegitimada ante la mayoria de la poblacion.
    2ºla posibilidad de revocacion, es decir un nuevo caso estatut, y por tanto la imposibilidad de un proceso con cabeza.

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  5. A nivel de pragmatismo realista es evidente que tengo que coincidir con ambos, es un movimiento político como lo son los miles de pequeños detalles que se sacan adelante en la Generalitat como fenómeno identitario; la cuestión, en este caso, es que los medios para ese fin si que me resultan cuanto menos reseñables y loables: somo muchos los que vemos esta fiesta como algo terrorífico y que por fin alguien haya tenido la valentía de plantar cara a tamaña barbarie es un paso hacia adelante. Con esto quiero dejar claro que no soy ajeno al valor de jugada política de esta prohibición.
    Sobre lo que comenta Broz:
    1º El comentario primero del detestable Mayor Oreja fue algo tal que era "una venganza de Cataluña frente a la victoria de la selección española" Como esto se define solo, no ya solo en su altura política sino ya en su "fino e inteligente discurso" no voy a añadir nada más.
    2º Por otra parte el mismo partido al que pertenece ese esperpento parlamentario ya ha dicho que van a presentar una denuncia al constitucional. A diferencia del Estatut, que si que en su contenido presentaba rasgos evidentemente constitucionales, esta ley no choca contra ningún derecho constitucional: están vendiendo humo porque hay que levantar polvo entre el rancio publico tradicionalista. Además, el precedente Canario los deja completamente fuera de juego: ¿Acaso algo que ya existe va a ser inconstitucional dependiendo de que en que Comunidad Autónoma se apruebe?

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  6. Primero que creo que hay ciertas declaraciones de cierta gente que no deben de ser ni tomadas en cuenta, y entre ellas esta la de Mayor Oreja, por ser lo que dentro de mi tipica nomenclatura se llama "un heredero de la oligarquía del bunker con un lavado de cara". Forma parte del sector rancio del PP, que si bien es rancio por si mismo, tiene un sector liberal que ahora mismo no tiene la hegemonía dentro del partido. Es decir, que es parte de el ala de ultraderecha del PP.

    Por otra parte, no considero que las acciones del PP, por muy subnormales que sean (que suelen serlo) haya que tomarlas en cuenta en este debate. Para los antitaurinos desde lo mas moderado hasta el movimiento de liberacion animal ha sido una victoria. Y ha sido una victoria, pero digo que empañada. Para la mayoría del Estado, ha sido visto como una agresión a su "idiosincrasia nacional" lo cual demuestra una vez más que somos herederos de un patriotismo españolista rancio. No es la derecha solo, si no la gente de la calle, que hoy está desideologizada, y que perfectamente puede votar al "Partido" (entendiendo como tal PP o PSOE) o directamente no votar. Es decir, no ha partido de una concienciación de las masas (llamemoslo gente para evitar terminologia "anticuada) si no que ha sido una decision partidista de unas élites que hacen sus luchas politicas alejadas de lo que se habla en la calle. Aunque victoria, se ha visto como un ataque, por lo tanto, no puedo verlo como un acierto politico. Si no hay reflexion y aceptacion, por lo menos mayoritaria, o no ya aceptacion, si no agitacion politica sobre el tema, y sobre todo si se hace de forma parcial cuando debería ser una decisión a nivel nacional, es una decisión superflua.

    Un dato. En canarias desde los años noventa estan prohibidas las corridas de toros, al haber una animadversion natural de la gente contra la fiesta nazional. Otra muestra mas de un juego de marionetas, mas que una victoria del progresismo.

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  7. Una decisión nacional? La cosa no es tan sencilla. En Andalucía y Madrid por ejemplo veo muy difícil que se pudieran prohibir los toros, tanto por el arraigo popular (si queréis llamarlo así) como por la oposición de los ganaderos y señoritos.

    Y no hay que confundir lo de Canarias con lo de Cataluña. Porque en Cataluña SÍ que ha tenido un peso específico el valor simbólico de la "fiesta" taurina, que ha sido rechazado por los catalanistas. La reacción lógica de la gente que, como se ha comentado antes, está despolitizada, es pues entenderlo sólo como un desmán de aquella comunidad autónoma contra "las costumbres y tradiciones españolas", olvidando el juego político y los intereses que hay tras de la aprobación y entendiéndolo únicamente de una forma irracional y viendo a toda Cataluña como un nido de separatistas resentidos y hippies rompeespañas (lo cual crea una preocupante ilusión también de que los rancios del PP son los dechados del españolismo).

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  8. Si me permitís, yo que vivo en Catalunya, afirmo categóricamente que esta decisión no ha tenido nada que ver con el maltrato animal. Empezó como una más que loable iniciativa popular, pero a partir de ahí, se acabó la legitimidad. Quién no quiera ver la hipocresía vomitiva y flagrante del Parlament en este tema comete un error de bulto.
    Como acertadamente habéis señalado, sólo se ha prohibido la lidia de toros. Los embolats y correbous no han sido ni siquiera tomados en cuenta con la desfachatez incluida del señor Artur Mas de afirmar que defenderá la celebración de esta clase de fiestas populares "muy arraigadas en la cultura catalana". Si lo que se hubiese expuesto, y aprobado hubiese sido una ley integral en contra de cualquier clase de maltrato animal, no podría poner objeción alguna. Pero no se trata de eso, es una manera de intentar que la fractura que hay entre el estado y Catalunya se agrande cada vez más, una manera de desmarcarse de un "signo de identidad" del pueblo español (cuando históricamente ha sido una parte importante de su cultura mediterránea), sirviéndose de la demagogia más barata y de la ignorancia de la gente.
    Es sencillo canalizar la empatía generalizada (aunque debatible) que cualquier persona con un mínimo de piedad siente delante del sufrimiento animal. Pero sería menos sencillo si se plantease la cuestión moral en toda su plenitud, porque la mayoría de gente que no pensaría ni un minuto antes de afirmar con vehemencia que una corrida de toros es una barbaridad anacrónica y cruel, come cada día carne que proviene de mataderos donde los animales están hacinados, mueren jóvenes y son transportados-manipulados de manera éticamente dudosa (siempre desde el punto de vista humano de los sentimientos o percepciones del animal). Posiblemente muchos de ellos hayan comido alguna vez foié-gras, que es una atrocidad para la oca/pato/ganso. Incluso puede que varios de ellos hayan comido bogavante hervido, al que se le mete vivo en el agua hirviendo. Pues bien, un toro se come igual. No tiran su sangriento y mancillado cadáver a la basura, así que la tan manida excusa del maltrato animal justificado si es para comer, queda absolutamente invalidada.
    Mirad, a mí no me gustan en absoluto los toros, por eso no se me ocurre entrar en un recinto privado, haciendo uso de mi libre albedrío, pagar una entrada, y ver como un señor mata a un animal delante mío. Por eso tampoco voy a los mataderos a ver como tienen a los pollos sin dormir alimentándolos compulsívamente para hacerlos crecer lo antes posible para el consumo. Ni voy a ver en que condiciones están los cerdos, terneras, ovejas, cabritos de las factorías que después obran el milagro de convertir un proceso duro, sangriento y fugaz en una bonita e higiénica bandeja de poliestireno extrudido de unas grandes superficies. Tampoco voy a las matanzas populares en infinidad de pueblos de toda la geografía española.
    Yo lo siento, pero considero los discursos éticos y morales un arma de doble filo, ya que si te descuidas, pueden pedirte coherencia, y eso pocas veces es cómodo.
    No entraré en lo preocupante que me parece además los niveles de intervencionismo a los que llega el Estado con esta decisión, porque también sería otro tema.
    Por último, reseñar que además por si fuera poco, en Barcelona las corridas de toros se estaban muriendo de manera natural, solamente unos pocos turistas iban ya a la plaza, y solamente se llenaba una vez al año cuando José Tomás hacía acto de presencia; así que solo era cuestión de tiempo que la plaza cerrase y se acabaran de facto las corridas en Catalunya. Pero claro, dejarlas morir de manera natural hubiese sido mucho menos efectista y rompedor que hacer una master class sobre demagogia política.
    Así que prohibir los toros me parece una soberana memez, es el menor de los problemas si hablamos de maltrato y sufrimiento animal.

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